El tema Terapéutico en el problema de la adicción a las drogas, es uno de los puntos más discutido en la actualidad. En donde sea que se toque dicha problemática, tanto en el consultorio privado como en lo institucional, pasando por el núcleo familiar, siempre surgen criterios diversos.
Las opiniones actuales se dividen entre internistas y pro-ambulatorios. Esto, dicho en otros términos, significa que están los que participan decididamente de la idea, de que todo adicto debe ser internado para su adecuada recuperación. Por otro lado, están los que aseguran que con el tratamiento ambulatorio ya basta.
Actualmente, parece haberse llegado a un aparente equilibrio entre uno y otro sector, fundamentalmente en los pasos a seguir desde los llamados "Niveles de Prevención"; éstos fueron adoptados de un valioso trabajo, publicados en 1962 por el Dr.Caplan, y específicamente orientados hacia "La Prevención en la Salud Mental".
Haciendo una adaptación histórica, con los consabidos cuidados, se puede decir que los niveles son tres:
Prevención Primaria: Se debe entender como tal, a las acciones efectuadas con aquéllos grupos de riesgo que aún no se han iniciado en el consumo de substancias. Las Prevenciones Secundarias, están destinadas -principalmente- a reconocer y poner término a un trastorno, proceso o problema lo antes posible, o -al menos- remediarlo lo antes posible. Implica el intento de la detección precoz del consumo.
Prevenciones Terciarias, son todas aquellas acciones que implican y comprenden las medidas tendientes a detener o retardar la evolución de un trastorno, proceso o problema y de sus consecuencias; comprende medidas dirigidas a los drogadependientes.
Más puntualmente definidas, podemos especificar que la Prevención Secundaria implica el diagnóstico y sus correspondientes técnicas; en tanto que la Prevención Terciaria ocupa el tratamiento, la rehabilitación y la reinserción social propiamente dicha. Es -justamente- a esta Tercera Etapa, a la que nos referiremos en este trabajo.
Nuestra experiencia profesional nos indica, que, en líneas generales, no se puede establecer UN modelo terapéutico para todos los adictos por igual, pues éstos, no constituyen un solo grupo homogéneo. El mismo error cometeríamos, si se considerara que las causas por las cuales las personas comienzan a drogarse, obedecen a un solo motivo. Es interesante tener presente lo expresado por el especialista en drogas, norteamericano, Arnold M. Washton: "... Sentido común y flexibilidad de criterios, son los elementos necesarios para adecuar el tratamiento a los requerimientos específicos de cada indivíduo".
Hasta el día de la fecha, los resultados obtenidos en el campo de lo terapéutico, deberían ser puestos en consideración y profundamente discutidos. Parecería que los profesionales teorizamos maravillosamente bien. Pero, cuando nos fijamos en las estadísticas de los últimos años, podremos observar que "algo" no funciona.
Me referiré -específicamente- a lo publicado por el "Servicio de Orientación al Público", dependiente del "Programa de Subsidios", el cual, pertenece a la "SECRETARIA DE PROGRAMACION PARA LA PREVENCION DE LA DROGADICCION Y LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRAFICO", (SEDRONAR), la cual depende directamente de la Presidencia de la Nación y que llega a la población a través de la "Subsecretaría de Prevención y Asistencia".
En la publicación aludida, y en excelentes estadísticas que no tienen ningún desperdicio, se mencionan los resultados sobre 932 casos, relevados en la Pcia. de Bs.As. y Capital Federal abarcando todo el año 1996.
Concretamente, llamaré la atención de los cuadros estadísticos sobre "TRATAMIENTOS". (pag.16 del mencionado documento).
En el cuadro que nosotros denominamos "A" se plantea si los consultantes han realizado tratamientos anteriores. De éstos, y siempre sobre el total de 932 casos, se obtiene que el 57,72% ya han realizado tratamientos anteriores; el 44,23% ha estado en dos o más ocasiones intentándolo, siendo el 52,78% el que lo hizo en una sola ocasión. Sin embargo, podemos apreciar que un bajo porcentaje de éllos ha logrado completarlo (ver cuadro "B"):
Realizó Tratamientos Anteriores (?)
CUADRO "A"
SI 538 57,72%
NO 377 40,45%
Ns / Nr 6 0,64%
No consignado 11 1,69%
TOTAL 932 100%
Terminó el Tratamiento (?)
CUADRO "B"
SI 26 4,83%
NO 508 94,42%
No consta 4 0,75%
TOTAL 538 100%
En cuanto al tipo de tratamiento realizado, se presenta el siguiente cuadro:
Tipo de Tratamiento realizado
CUADRO “C”
Internación 178 33%
Ambulatorio 210 39%
Psiquiátrico 36 6,69%
Psicológico 54 10%
Centro de Día 8 1,48%
Psicológico/Ambulat/Internado 25 4,64%
Psiquiátrico/Psicológico/Intern. 8 1,48%
No Consignado 19 3,53%
Otros 1 0,18%
TOTAL 538 100 %
Podemos observar, que no hay casos de personas que hayan realizado tratamientos, tanto en "centro de día", como otros, que lo hayan completado. Así mismo, si bien las cifras no son suficientes para establecer inferencias, aparentemente tienen un mayor porcentaje de tratamiento terminado, el de tipo "internación".
Pero debemos hacer una observación, aún más preocupante. Los tratamientos Psicológicos-Psiquiátricos/Ambulatorios-Internados, arrojan cifras estremecedoras: entre el 96% y el 100% de los pacientes NO LLEGARON A NINGUNA TERMINACION de los tratamientos Psicológicos y/o Psiquiátricos.
Esto significa, que en el contexto de las técnicas comprendidas en lo que se ha dado en llamar "Prevención Terciaria", algo está fallando. Pero qué, ... o quién?
BUSQUEMOS RAZONES
Según hemos venido observando, y de acuerdo a estadísticas oficiales sobre la Pcia de Bs.As, Gran Bs.As. y Capital Federal, en un año completo, (1996), las técnicas terapéuticas psiquiátricas y psicológicas que se han puesto en práctica, no han logrado producir los cambios esperados en los enfermos de adicción a las drogas prohibidas. Vemos que, en forma dramática, muchos ni han terminado un tratamiento.
Por otro lado, las cifras de adictos crece día a día, aunque mal nos guste. Y ésto sucede no sólo en nuestro país, sinó -también- a nivel mundial.
A pesar de todo, las medidas que se implementan con las Prevenciones Primarias y Secundarias, son las que más resultados positivos rinden a la hora de las estadísticas. Evidentemente las cifras nos señalan como que "algo" a nivel de las Terapéuticas "no sale bien". Recordemos que un alto porcentaje lo conforma el propio paciente, que acude por propia voluntad a pedir ayuda sobre el problema de drogadicción que lo aqueja.
Pero volvamos a los cuadros estadísticos, producidos en el mismo Informe que mencionamos más arriba. Fijemos la atención en los resultados de los cuadros que van de las páginas 5 á 7 inclusive, en que se llega a trazar el PERFIL DEL INTERESADO; considerando como tal, al afectado por la drogadicción.
El párrafo reza textualmente:
"...En suma, podemos resumir el PERFIL DEL INTERESADO, en cuanto a sus datos generales, que son: VARONES (87,55%); MENORES DE 30 AÑOS (74,99%); con una EDAD ENTRE 20 y 24 AÑOS (38,73%), ó 25 y 29 AÑOS (29,4%); con domicilio en Cap. Fed.(47,56%), o en el Gran BsAs., zona Oeste (16,84%); SOLTEROS (69,09%); con escolaridad SECUNDARIA INCOMPLETA (46,45%) o PRIMARIA COMPLETA (29,51%); y DESOCUPADOS (59,01%)".
De igual modo, es interesante observar las conclusiones parciales del cuadro que se refiere a la OCUPACION de los INTERESADOS, (Ibíd.pág.6). En el mismo, se puede apreciar que el 59,01% son desocupados. Entre los que tienen ocupación, el principal grupo es el de docentes y empleados, que son el 7,83%.
Debemos destacar también, que el 15,55% están internados; por lo que se infiere que acuden a esta Secretaría, no sólo para orientación, sino también, para solicitar un subsidio de tratamiento.
Textualmente, la introducción del trabajo citado, en su pág.1, nos expresa: "...que muestra solamente el perfil de aquéllas personas que, al día de ser atendidas, presentan un problema de dependencia a drogas y, además, han llegado a determinada situación, que los hace solicitar orientación para ingresar en algun tipo de tratamiento..."
Como se podrá apreciar por los datos mencionados hasta ahora, y que -por supuesto- no se agotan en tres renglones, tenemos entre manos un serio problema. Por un lado, pertenecemos a un mundo, cuyos valores socioculturales y económicos, desde hace algunas décadas, obligan al hombre común a transformarse en una fórmula de éxito para poder vivir, (o "sobrevivir"), logrando que en realidad se des-humanice, transformándose poco a poco en "consumidor" de todo. De esta manera, permite, en su inconsciente alienación, que las drogas se conviertan en un "objeto de consumo" para él, favoreciendo con ésto al narcotraficante.
De manera que las razones que estamos analizando, nos plantean una disyuntiva para la toma de decisiones, y éstas obedecerán a la dirección que tomemos. Por un lado, tenemos los valores en los cuales nuestra sociedad moderna de consumo "fabrica" (si se me permite el término de corte tecnológico), circunstancias propiciantes para el adicto, que son el producto de largas transformaciones que insumieron decenas de años a la fecha. Por el otro, parecería que seguimos intentando mantener en alto, consignas culturales que en realidad dan buenos dividendos en lo económico, pero en lo "humanísta" estricto, vamos marcha atrás.
Las drogas existen desde los orígenes del hombre, no hay dudas. Pero fueron percibidas de maneras totalmente diferentes en las distintas etapas de la Humanidad. Vemos que en ninguna de ésas épocas, encontramos la problemática del consumo y la adicción a substancias indebidas, como en estas últimas décadas.
Las organizaciones que narcotrafican mueven intereses, que no sólo son billonarios, sinó tambien influencias políticas a escala mundial. Podríamos decir, que al igual que la economía en el mundo, la droga se "globalizó".
No resisto el recordar al filósofo norteamericano (de orígen alemán) Marcuse, cuando en plena década de los cincuenta, denunciaba la "sobrerrepresión" cultural hacia la cual tendíamos (y que ya nos encontramos), que tiene como fin transformar al hombre en "máquina" confiable de producción social, matando la vida emocional y corporal, la espontaneidad y la creatividad individuales.
Y aquí está la paradoja.
Hemos generado -socioculturalmente- lo que queremos ir evitando. No todos los drogadependiente, son “inocentes corderitos” que han caído en la tentación, simplemente porque "es la moda", o porque se les acercó un "señor extraño" y los convenció.
Si el terreno no es propicio y las condiciones no están dadas, la adicción no se establece. Exactamente lo mismo sucede con las demás patologías del Hombre.
Cuando un indivíduo comprueba que su angustia existencial desciende, gracias a la incorporación de una substancia, haciéndosele más llevadero y manejable el dolor consciente o inconsciente en el cual vive, se adicciona a ésa substancia con facilidad.
Cuando cree que puede manejar su "nuevo status" de "normalidad", y comienza a comprobar que su organismo, le reclama con cada vez más frecuencia, la repetición de una nueva dosis de "substancia" -cada vez mayor- para lograr el primer "bienestar", generalmente ya es tarde, porque tiene una total dependencia a esa substancia. Y compruébese que no he mencionado a ninguna substancia en especial.
El razonamiento anterior, también es válido con el tabaco y el alcohol, que bien sabemos, también producen dependencia y deterioro psicofísico. Sin embargo invertir en éllas, es buen negocio !!!
No seguiré, por ahora, analizando este camino. Queda demostrado, eso sí, que el problema mundial de la drogadicción, en cualquiera de sus tipos, es problema moderno y muy típico de las culturas -asimismo- modernas.
También las estadísticas nos demuestran la efectividad de los métodos desarrollados en los llamados Niveles de Prevención Primarios y Secundarios. Pero una vez establecido el problema, o sea, que tenemos ante nosotros al drogadicto que quiere ayuda, no le damos la respuesta terapéutica correcta. Parecería que, para los tratamientos, no nos preocupa mucho saber cómo darle reemplazo a lo que el drogadicto perdió, o nunca tuvo.
Pretendemos encarar su recuperación -en la mayoría de los casos- con la puesta en práctica de una metodolgía que -llegado un cierto momento- también "agrede" al drogadicto, causándole nuevamente un estado de zozobra, por el cual, finalmente, vuelve a reincidir.
Lo queremos "convertir", para su recuperación, en un indivíduo que viva de manera "normal", e inmerso en los mismos valores socioculturales que -justamente- él quiere evadir.
Nosotros, nos erigimos en auténticos magister dixit de las terapéuticas frente al drogadicto. Comprobamos entonces ahora, porqué, cuando físicamente lo llegamos a estabilizar un poco, abandona el tratamiento, como lo bien lo demuestran las estadísticas.
No hemos llegado a comprender lo que -íntimamente- el drogadicto pretende. Lo hemos "catalogado" de no querer asumir responsabilidades, y lo hemos "sermoneado" transformándolo en un caso estadístico más.
Hemos "detectado" las causas familiares y socio-económico-culturales que lo afectaron, pero no le hemos ofrecido -a cambio- ninguna posibilidad de experimentar espiritual y físicamente las mismas satisfacciones que le producen las drogas, pero por otros caminos, más sanos, y sin drogas, (porque parece que no sabemos cómo).
A cambio, generalmente, lo queremos convencer -al mejor estilo freudiano- de que el hombre "normal" y "sano" es aquél "que solamente ama y trabaja"; es decir que está adaptado al ideal de "nuestra" sociedad de consumo.
A esta altura, caben las siguientes preguntas:
¿No habrá llegado el momento, de que busquemos otros caminos terapéuticos; no sólo desde el punto de vista médico-farmacológico, sinó también, desde el punto de vista psicológico ? ¿Y cuáles pueden ser los otros caminos ?.
De las contestaciones que logremos, puede depender la recuperación de toda una generación de indivíduos. Siempre y cuando nuestra indagatoria asiente sobre la honestidad intelectual, priorizando el humanismo del paciente.
Es necesario comenzar a desarrollar en nosotros, la visión holística que el momento histórico nos reclama.
Tenemos mucho para reconsiderar en la fisiología del cerebro. Desde que Perl descubrió los primeros péptidos de la gran familia de las "endorfinas", allá por los ‘'70, hasta hoy, ha corrido mucha agua bajo el puente.
Hoy sabemos que es perfectamente posible utilizar la Acupuntura China, y aún más, la Electro-acupuntura, para movilizar de manera eficiente dichas endorfinas, hacia una meta terapéutica complementaria, en el inicio de la desintoxicación.
Lo mismo sucede con la Homeopatía. En la actualidad, la dilución infinitesimal al mejor estilo del arte y ciencia hahnemannianos de substancias biológicas, obtenidas de producciones monoclonales, permiten encarar con mayor optimismo terapéuticas de sustitución, para drogadictos en recuperación, y sin los sufrimientos del clásico síndrome de abstinencia.
Pero todo esto, sin desprecio -en absoluto- de los clásicos métodos conocidos, sinó con un claro sentido de complementación. Todo hace al todo.
¿Y las tendencias reconocidas en el mundo, desde los ‘60 con la Psicología Humanísta? Una serie de actitudes que -posteriormente- nutrió el gran movimiento de la antipsiquiatría, surgió desde Inglaterra, a través de Laing, Cooper y algunos otros, en relación estrecha con los EEUU; y en referencia también con los filósofos existencialistas (Kirkegaard, Heidegger, Sartre). Este movimiento supo prosperar principalmente en Italia, al principio, con Bassaglia y su equipo, y acarreó una corriente mundial de "Desinstitucionalización" de la psiquiatría. Posteriormente, el ejemplo más espectacular lo daría Ronald Reagan, cuando fue gobernador de California, quien redujo a 7.000 el número de internados psiquiátricos en 1974, contra 37.500 internados desde 1956; ¡o sea, una reducción del 80%(sic) de enfermos mentales en menos de veinte años! Y todo esto, simplemente para disminuir los impuestos y volver a lanzar a la competencia del mercado los Moteles en quiebra, ¡donde los enfermos salidos de los asilos eran acumulados sin ninguna atención!
Es necesario agregar que una encuesta posterior, mostró que las evoluciones de los enfermos, en estas nuevas condiciones, no fueron ¡ni mejor, ni peor! Como podemos apreciar, no siempre lo clásico y ortodoxo es lo definitivo.
Esta debe ser global y totalizante; sin perder de vista ni despreciar todas las tendencias, pero con una capacitación profesional acorde a esas circunstancias, encarada siempre con la suficiente apertura mental como para permitirnos estar -en lo posible- un paso más adelante en el esquema de necesidades del drogadicto.
Y demostrarle -finalmente- que todas las posibilidades están en él, principalmente, y no en un método específico que le querramos imponer.
Neuquén./1996 Copyright by Gross/Patagonia Argentina.-
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