FUNDACION ALBERT EINSTEIN DE LA REPUBLICA ARGENTINA



Nuestra Fundación es una Organización No Gubernamental (ONG), civil y sin fines de lucro, cuyos objetivos son la Investigación, Publicación y Docencia, principalmente en las áreas de la
PSICOBIOFISICA y de la INMUNOGENÉTICA. Fue creada en el año 1974 en la Ciudad de Córdoba, República Argentina por su actual presidente, el Dr. Armando Oscar Gross (quien ostenta los títulos universitarios de: Médico Cirujano, Tocoginecólogo, e Ingeniero Electrónico). Al año siguiente, abrió una filial en Buenos Aires y recién en el año 1995, se abrió otra filial en la Ciudad de Neuquén, Patagonia Argentina. Todas poseen sus correspondientes matrículas otorgadas por decretos de los Poderes Ejecutivos respectivos de cada Provincia, según lo establecen los requisitos legales de Personas Jurídicas. Nuestros integrantes pertenecen a dos grupos: los que están siempre dedicando tiempo a las distintas investigaciones de la Fundación, con líneas orientadas fundamentalmente a las áreas de la PSICOBIOFISICA y de la INMUNOGENÉTICA; y el otro grupo, conformado por Profesionales e Investigadores independientes INVITADOS a participar con sus trabajos, los cuales, ameritan ser publicados en este sitio de la web, por significar un verdadero aporte a la Cultura, y de cualquier área del Conocimiento, totalmente despojados de parcialidades, prejuicios raciales y/o fundamentalismos religiosos. Por supuesto, a todos ellos nuestro total reconocimiento. Cada trabajo que Usted encuentre en este sitio, está firmado por su correspondiente autor. Si necesita informaciones adicionales, o realizar alguna crítica, puede hacernos llegar sus comentarios, haciendo "clic" en "Contáctenos". Muchas Gracias.

DROGADICCION Y ADOLESCENCIA

por Armando Oscar Gross

INTRODUCCION:

El consumo de drogas se ha convertido en los últimos años en un tema de máxima preocupación. No se trata de un hecho nuevo, dado que la utilización de este tipo de sustancias constituye, desde tiempos remotos, una práctica culturalmente aceptada en numerosos pueblos.
La gravedad de la situación actual se debe a que el uso de las drogas ha adquirido características totalmente nuevas, tanto en lo que se refiere a la población afectada como al tipo de la variedad de los productos utilizados.
En cuanto a la difusión, se observa cómo el hábito de drogarse se ha extendido a sectores más amplios de la población y de forma muy especial a la juventud. Además, en la actualidad la droga se ha convertido en un verdadero“objeto de consumo” en una sociedad como la actual, en que –justamente- lo que se propicia es el consumismo.
La relación entre toxicomanía y adolescencia no es meramente estadística; las particularidades psicológicas de ese período de la vida hacen del adolescente un ser, no sólo proclive a la adicción, sinó también, más vulnerable a los efectos de ésta en el desarrollo de la personalidad.

Existe cierta confusión en el uso del término “DROGA”, ya que se designa a la vez, y de igual modo, sustancias con valor terapéutico y otras que no lo tienen.
El problema estriba en el hecho de que muchas sustancias pueden tener función terapéutica en determinados casos, en dosis adecuadas, y producir efectos tóxicos cuando el uso es indebido.
La OMS define fármaco o droga como “toda sustancia que, introducida en el orga nismo, puede modificar una o más funciones de este”.
En los fenómenos de toxicomanía estarían involucradas sustancias definidas como drogas causantes de dependencia. La dependencia respecto a una droga puede ser física, psíquica, o de ambas. Se ha pretendido distinguirlas mediante dos términos: TOXICOMANÍA, reservada para la dependencia física y HABITUACIÓN, para la psíquica. En el caso del tabaquismo, y del alcoholismo, tendríamos una combinación de ambos.
La OMS recomienda usar FÁRMACO-DEPENDENCIA como término general, que caracterizaría la presencia de MODIFICACIONES DEL COMPORTAMIENTO Y OTRAS REACCIONES, que comprenden siempre un IMPULSO IRREPRIMIBLE a tomar el fármaco de forma contínua o periódica.
La dependencia puede acompañarse de TOLERANCIA, que es la necesidad de aumentar progresivamente las dosis de una droga, para obtener los mismos efectos farmacológicos. Determinadas drogas producen, al suspender bruscamente su administración, el llamado SÍNDROME DE ABSTINENCIA, que consiste en una serie de síntomas psíquicos y físicos característicos de cada tipo se sustancia, pudiendo alcanzar en algunos casos extrema gravedad.

Se han realizado numerosas clasificaciones de las drogas atendiendo diversos criterios, tales como: su situación legal, su capacidad para producir dependencia- tolerancia, o su acción farmacológica.
Una droga tiene características propias que plantean diferentes tipos de adicción. Por otra parte, cada sujeto puede relacionarse con élla mediante distintos grados de dependencia. Cada drogadicto es un caso particular, sin embargo, no puede dejarse de lado el contexto familiar y social que lo rodea, así como, en el caso del adolescente toxicómano, la singularidad del momento vital que atraviesa.
La pubertad y la adolescencia son etapas especialmente conflictivas. El joven debe enfrentarse con exigencias nuevas provenientes del interior y el exterior de su organismo, como son la eclosión de su sexualidad y las responsabilidades adultas.
Para superar estas dificultades, busca distintos tipos de apoyo, recurriendo a los padres o los amigos, o a actividades físicas o intelectuales que le permitan encauzar y controlar sus necesidades impulsivas, cualitativa y cuantitativamente renovadas en este período.
Se trata de la búsqueda de un equilibrio ante la reaparición de la lucha entre los IMPULSOS DEL ELLO Y LAS EXIGENCIAS DEL SUPER YO.
Este objetivo no siempre se logra, ya sea por una insuficiente capacidad de tolerancia a los cambios, ya por un fracaso en la respuesta de la familia y el medio, a las demandas del joven.
Si un adolescente en esta situación entra en contacto con la droga, notará eventualmente que los efectos del fármaco DISMINUYEN SU ANSIEDAD, CALMAN SU CULPA, es decir, que le ofrecen un “alivio mágico” a sus problemas.
Además, en este período se producen profundas CRISIS DE INDENTIDAD, ante la pérdida de la relativa estabilidad lograda durante los años de latencia.

Autores de la talla de Aberastury, describen la crisis de la adolescencia como un DUELO referido a tres pérdidas: la del cuerpo infantil, la de los padres de la infancia y la de la identidad infantil. La identidad fluctuante y las crisis de confusión pueden llevar al adolescente, cuando no encuentra continencia en el grupo familiar, a la búsqueda desesperada de otros grupos o pandillas que le garanticen un sentimiento de pertenencia y algún tipo de identidad.

Algunos autores sugieren que EL DROGADICTO TENDRÍA UN SENTIMIENTO DE VACÍO, DE CARENCIA DE IDENTIDAD y que trataría de INVENTARLA a través de la droga.
EL ADOLESCENTE DROGADICTO, SERÍA AQUEL QUE NO HA PODIDO SOPORTAR LA ANGUSTIA, ASUMIRLA y ELABORARLA y que ha elegido, por ello, el camino de EVASIÓN.

El FACTOR SOCIAL tiene una influencia muy importante en esta elección, ya que determinados ambientes ofrecen LOS MODELOS y caminos FACILITADORES DE LA TOMA DE CONTACTO DIRECTO CON LA DROGA.

En el hecho de optar por tales modelos iría implicada LA NEGACIÓN como forma de enfrentar fracasos y frustraciones, en el marco de una sociedad consumista, y de alta competitividad. La situación se agrava cuando el joven adicto se ve juzgado, rechazado y expulsado por la familia, refugiándose en la SOLIDARIDAD PATOLÓGICA del grupo.
Es de hacer notar que no todos los adolescentes que acceden a la droga se convierten en ADICTOS, sino sólo aquellos que han desarrollado una predisposición personal. Esta personalidad se caracteriza por POSEER UN YO DÉBIL, CON INCAPACIDAD PARA TOLERAR LA ANGUSTIA Y LAS FRUSTRACIONES.

PERSONALIDAD DEL ADICTO:

Se trata de una persona inmadura, de carácter inestable, presentando claras tendencias narcisistas y auto-destructivas. La imposibilidad de enfrentarse a realidades frustrantes lo lleva a recurrir a mecanismos omnipotentes y de idealización que le permitan negar la angustia y crear la ilusión de seguridad y plenitud.
La DROGA SIMBOLIZA EL OBJETO IDEAL QUE DEBE PROTEGERLES CONTRA TODA FRUSTRACIÓN Y ANSIEDAD. Se habla, por consiguiente de una regresión a la etapa oral del desarrollo psicosexual.
En él, prevalece una forma de relacionarse con la realidad que tiene un origen precoz y que constituye UN TIPO DE VÍNCULO DE ADICCIÓN. Esta tendencia a establecer vínculos de adicción no se relacionan, exclusivamente, con la toxicomanía; está presente en los cuadros de bulimia, en que son los alimentos los que cumplen la función de consuelo ante el fracaso en la satisfacción real de las necesidades.

La droga brinda sensaciones de euforia y de bienestar pero sus acciones se dirigen tanto hacia la finalidad de alcanzar un objeto gratificante cuanto a liberarse de un dolor no tolerado.
Al mismo tiempo, la droga actúa como un objeto que frustra permanentemente; pasado su efecto, el sufrimiento se hace más insoportable.
LA DEPRESIÓN y la ANSIEDAD consiguientes a la finalización de los efectos físico-químicos en el organismo, aumentan la necesidad de recurrir nuevamente a ella; ésto, sumado a la dependencia farmacológica, aferra al sujeto a la relación adictiva.
Distintos autores llaman a la reflexión sobre los procesos de incorporación y destete que se producen en las conductas de aspirar, inhalar o ingerir, involucrados en distintas toxicomanías. Así también, en el uso de drogas inyectables, se REGRESARÍA A UN ESTADO PRE-ORAL, buscando en el sistema vascular un equivalente al VÍNCULO FETAL CON LA MADRE. Ello reflejaría la abrumadora NECESIDAD PSÍQUICA DE FUSIÓN TOTAL CON LA MADRE.

LA FAMILIA DEL FÁRMACO-DEPENDIENTE:

Por lo general, se trata de familias desintegradas o inestables que produjeron carencias afectivas difíciles de superar. Predominan, según estadísticas, de padres despreocupados o castigadores, o por el contrario, excesivamente indulgentes y permisivos.
La muerte o la ausencia de uno de ellos, puede constituir un factor desencadenante (por aquello de los DUELOS o aún estando presentes, pueden estar ausentes en sus funciones con respecto al hijo, al ser incapaces de poner límites y poder pasar de la indiferencia al castigo sin solución de continuidad).
Suelen ser padres congruentes, que descargan sobre sus hijos sus frustraciones y conflictos. A menudo, su conducta contradice sus palabras, existiendo escasa comunicación intrafamiliar, según códigos basados en la acción más que en la verbalización, de poca espontaneidad y gran preocupación por los aspectos formales, conformando lo que –típicamente- son consideradas familias “FACHADA”.
Numerosos estudios refieren el hecho de que los TOXICÓMANOS presentan relaciones más estrechas con sus madres que con sus padres. En muchos casos, muestran hostilidad o total indiferencia hacia la figura paterna, notándose una dificultad para establecer identificaciones con figuras parentales adecuadas.
Se trata, por consiguiente, de personas adictas que rechazan la realidad, tratando de fijar, definitivamente, en el PRESENTE, lo que pertenece al PASADO.

INDICACIONES PSICOTERAPÉUTICAS:

Luego de un examen psicológico profundo sobre la personalidad del toxicómano y su entorno familiar, se arriba al diagnóstico situacional, es decir, se produce la integración de los aspectos descriptivos, estructurales y dinámicos, como así también, la capacidad de insight (cambios de actitud frente a, en este caso, la adicción) del grupo en su totalidad, y su pronóstico de remisión.
Finalmente, se recomienda el tipo de abordaje psicoterapéutico, que podrá tener (según el marco teórico del terapeuta), distintas modalidades de acuerdo a cada caso y acordadas previamente: individual, grupal, familiar, como también lo relativo al contrato terapéutico.
Cuando se emplea psicoterapia grupal, (que, dicho sea de paso, se ha comprobado suele ser la más efectiva), no se trate únicamente de decir y repetir a los toxicómanos, como se realiza en numerosas conferencias, los “peligros que los acechan”, los “inconvenientes” a evitar, las “actitudes”que “deberían” tomar, dejándolos luego, librados a sus propias fuerzas para poner en práctica las “excelentes nociones” que se les han enseñado.
Este método puede dar grandes resultados siempre que está acompañado de otras medidas destinadas a orientar, esclarecer, señalar, asesorar las tendencias descriptas anteriormente.
En ciertos casos, la psicoterapia de corte psicoanalítico parece ser necesaria, dado que la adicción puede ser un refugio para muchos adictos y al ser puestos en presencia de realidades internas, OBJETOS INTERNOS DAÑADOS, utilizando el mecanismo de la negación, y de los cuales no tienen casi nunca consciencia, son condiciones favorables para esta terapéutica.
Interesa, ante todo, emplear los elementos propios de la vida del toxicómano, es decir, utilizar las posibilidades inherentes a su adicción más que plantear artificialmente técnicas, desde luego excelentes, sobre una realidad muy particular.
Hay, pues, en el caso de cada toxicómano una necesidad de medir la importancia de la liberación afectiva, su fuerza y su orientación, sea por la simple observación, sea profundizando la exploración de lo consciente y lo inconsciente. Esto permitirá orientarlos hacia sublimaciones y transferencias razonables.

Las perturbaciones psicológicas no son todas afectivas. En el plano intelectual, la disminución de actividad es el mayor peligro que amenaza al adicto. Se debe tender a controlar y neutralizarlo motivando su capacidad de perfeccionarse con miras a una readaptación ulterior mejor: a través del incentivo a tomar cursos, completar la escolaridad, por ejemplo, orientarlo a elegir lo que mejor le conviene, ponerlo en guardia, en alerta contra los peligros del abandono que lo acechan y fijarle por último un plan de trabajo.
No existen reglas absolutas en este sentido. Se trata sí de una verdadera gimnasia cerebral para el terapéuta, que tiene, ante todo por finalidad no dejar disminuir una actividad intelectual amenazada y que será necesaria para la readaptación posterior.
Las indicaciones psicoterapéuticas individuales o grupales tienen un triple fin: tienden a favorecer la adaptación del toxicómano a su nueva vida, tratan las causas psíquicas que han determinado o favorecido la aparición de la adicción, y finalmente, ponen al fármaco-dependiente en las óptimas condiciones de readaptación psicológica.
En lo referente a la readaptación, se considera que un adicto mejorado o aparentemente curado, corre un riesgo mayor de fracasar en su readaptación, si su adicción no era más que un refugio, generalmente inconsciente, contra una vida que no podía o no quería aceptar.

En síntesis, queda mucho por hacer en el estudio de las causas psíquicas inconscientes en las toxicomanías y sólo la multiplicidad de observaciones e investigaciones minuciosas y convincentes, permitirá avanzar en un terreno donde la prudencia y el escepticismo razonado, son más que necesarios.
De cualquier modo que sea y de la forma terapéutica que se intente, jamás deberemos perder de vista un factor común que debe ser aplicado y practicado SIEMPRE, a todo sistema terapéutico, y aún más en este orden: Trato amable, no condenatorio, transmitiendo la verdadera sensación –al paciente- de que se lo está conteniendo emocionalmente y que se lo comprende, aunque no se lo fustifica; pero que tampoco se lo condena por lo que ya hizo, sinó que se lo ayudará honestamente para encarar el futuro.


“FUNDACION ALBERT EINSTEIN” . 1998

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